Al mal paso darle prisa. |
Ciudad Gótica en algún momento de
los años 80. Un payaso está parado en
una esquina haciendo malabares con un anuncio publicitario de un sitio
comercial. De la nada, un grupo de adolescentes surge para jugarle una broma,
lo despojan de su letrero y salen disparados hacia un callejón, lugar hacia
donde los persigue el payaso. Desde un lugar fuera del plano aparece una tabla
que estaciona, violentamente, en la cara del payaso mientras va corriendo. A
continuación, una paliza de cine gánster. Así (o más o menos) es la
secuencia de apertura de Guasón, una
historia que no se limita a seguir el canon de comics como the killing joke o el regreso
del caballero de la noche. Teniendo presente la mitología del personaje,
Todd Phillips y Scott Silver nos sumergen en una historia donde Gótica y Arthur
Fleck (Guasón) se funden en un solo ser.
Creo que, como a muchos, la
primera vez que escuché que el director de la saga ¿qué pasó ayer? Sería el encargado de la realización del primer
protagónico del Guasón en el cine, dudé. Al fin y al cabo se trataba de un buen
director de comedias encargado de retratar el origen de uno de los villanos más
fascinantes en la historia (que un personaje anárquico, sociópata y autodestructivo
cause tanta fascinación en nuestra sociedad occidental, bueno, es un trabajo
para los psicólogos sociales). No obstante, desde una mirada retrospectiva creo
que dicha experiencia en la comedia comercial terminó ensamblando de forma casi
perfecta en esta historia de un payaso marginado. No recuerdo haber visto
momentos de oscura y cruda comedia como en esta película.
En esta historia nuestro
protagonista es Arthur Fleck, un marginado social quien vive con su madre ya
retirada (casi inválida) y cuya profesión es la de payaso. Como el mismo lo
dice: “Mi madre dice que nací para hacer reír al mundo” (o algo así). No
obstante, detrás de aquél maquillaje y peluca verde yace un hombre inquieto,
perturbado y, especialmente, alienado. Encima, padece un raro trastorno
neurológico que lo lleva a reír de manera descontrolada en los momentos menos
oportunos, casi como la típica válvula de escape que muchos usan durante
momentos de mucho nerviosismo. El sueño
de Arthur, como persona que desea llevar felicidad al mundo, es tener un
programa de Televisión como su ídolo Murray Franklin (Robert De Niro) quien es
una suerte de David Letterman para ciudad Gótica.
A partir de un suceso
desafortunado en su trabajo, Arthur empieza a ser absorbido por dos cosas: su
mente y su ciudad. Historias como la de esta película no son nuevas en el cine
de Hollywood, de hecho, el guion (muy bien escrito) no me pareció especialmente
sobresaliente. Hay películas que deben su calidad a la arquitectura del guion,
otras a la ejecución de su director, en tercera instancia, hay un tipo
particular de película que son su personaje principal. El hecho que la película
se llame simplemente Guasón (sin el
acompañamiento, si quiera, de un artículo como el) sugiere la historia que nos espera. Arthur Fleck es la
película, son muy pocas las secuencias donde él no está en pantalla, y los
primeros planos a su rostro, a su cuerpo escuálido, a sus danzas espontáneas y
catárticas, marcan el ritmo de transición entre estadios de la película.
Es en este baile dramático donde
nos sumergimos a ver la transformación (al estilo Travis Bickle, pero más
siniestro) de Arthur Fleck en la personificación de una ciudad oscura,
pesimista, histriónica, carcomida por la corrupción social y política. En este
escenario, la anarquía y ultraviolencia se configuran como una suerte de
válvula de escape o, como diría Derridá, puntos de fuga.
Pdt: Muchas son las películas que
pueden aportar al disfrute de este film. Para empezar, dos de Martin Scorcese: El rey de la comedia y Taxi driver.
Pdt 2: Para profundizar en el personaje del Guasón, leer la entrada de este mismo blog del villano en el cine de superhéroes.
Ficha Técnica:
Nombre: Guasón/Joker
Director: Todd Phillips
Guión: Todd Phillips, Scott Silver
Año: 2019
Duración: 122 min
Género: Thriller, Drama
Música: Hildur Guðnadóttir
Fotografía:
Lawrence
Sher.